Una de las reivindicaciones que estamos haciendo los profesionales de nuestro sector es la incorporación del Protocolo Social como una materia lectiva más dentro de la programación curricular en nuestra enseñanza reglada y empezando por los niños cuando inician su fase de aprendizaje en la escuela.

Sería, además, una manera de habilitar puestos de trabajo en unos momentos en los que nuestro colectivo, como muchos otros, está atravesando un paréntesis laboral y que además se está nutriendo con distintas promociones de expertos que acaban su formación.

Es común oír por doquier que nuestra juventud carece de educación. Que la familia, que es la encargada de educar al niño, tampoco sigue la línea tradicional de aportar esos valores que le ayuden a convertirse en unos adultos suficientemente preparados para comportarse como modélicos ciudadanos. Sin embargo, nadie parece poner especial énfasis para corregir esta situación que adolece precisamente de una manifiesta formación humanística y social.

Hemos dicho por activa y por pasiva que la familia educa y el colegio forma, pero tiene que producirse entre ambos núcleos una clara simbiosis. Los dos campos están perfectamente delimitados y son dos marcos en los que el niño tiene que adquirir ese bagaje del que hablamos. El ejercicio de las prácticas sociales como norma de educación tiene que nacer en el seno de la familia, pero también tiene que prolongarse en su etapa escolar, de ahí la importancia y la necesidad de contar con esta disciplina lectiva.

Entre tanta “Educación para la ciudadanía”,la Administracióntendría que habilitar un espacio reglado para impartir esta enseñanza que a buen seguro,  reportará mejores beneficios. Porque, al fin y al cabo, un joven educado con valores, con modales y  pautas de urbanidad, será siempre un ciudadano que respete todos los principios que se consideran básicos para esa Educación parala Ciudadanía, sin necesidad de adoctrinamientos tamizados por el filtro de quien rige el Gobierno de turno.