Quien iba a decir hace unos cuantos años que los asuntos domésticos que afectan a los miembros de la familia real, tendrían trascendencia protocolaria y aún más, implicaban una alteración del protocolo que se estaba aplicando hasta la fecha por cuestión de norma y tradición.

Separaciones, implicaciones o imputaciones al margen, las infantas comparecen en público “desparejadas” y la Casa Real quiere mantener la buena imagen, esa, la de familia real, ante todo, por eso en ocasiones se opta sencillamente por no aparecer en el lugar de la escena y evitar situaciones delicadas, protocolariamente hablando.

Así, como se publicó, con motivo de los actos conmemorativos del Día dela Fiesta Nacional, la infanta Elena fue situada en la tribuna de autoridades. La Familia Real estaba representada en la tribuna de honor por los Reyes y los Príncipes de Asturias.

Es una forma muy particular de entender la praxis protocolaria por parte de Zarzuela, pero la infanta con o sin pareja, sigue siendo integrante de la Familia Real y su prelación está perfectamente recogida en el Real Decreto 2099/83 de 4 de agosto de Ordenamiento General de Precedencias en el Estado, en cuyo artículo 10, “en los actos organizados en la villa de Madrid en su condición de capital del Estado y sede de las instituciones generales” determina el cuarto lugar para los Infantes de España y siempre se ha entendido la imagen de la Familia Real en todo su conjunto, formando una unidad. Por eso resultó chocante lo que vimos en el referido acto oficial, con una infanta Elena situada en el palco de invitados al lado del Jefe de la Oposición, quien según el mismo articulo antes citado, ocupa el puesto número 15.

Otra novedad protocolaria es que ha sido la primera vez que la infanta Elena no ha participado con el resto de la Familia Real en el acto de recepción de autoridades. Fue una invitada más. De estirpe, eso si, pero una invitada cuyo papel protocolario a partir de ahora quedará relegado, puesto que según Zarzuela, el protagonismo de la Corona lo tendrán los Reyes y los Príncipes de Asturias.

Como decimos al principio, la vida real también afecta a la familia real y no cabe duda que todo esto es consecuencia de los acontecimientos registrados en la vida personal de las infantas. La cuestión es, ¿es esta una nueva forma protocolaria admisible?. Queda para el debate.