La visita del presidente del Gobierno de Cataluña a La Moncloa ha generado numerosos comentarios y reflexiones a través de las redes sociales en torno a las banderas ubicadas en la entrada del edificio del Congreso de Ministros. Una ordenación sobre la cual hay opiniones enfrentadas, pero no en base a su correcto cumplimiento de la ley, sino al mensaje que presuntamente transmitían.
Este a favor o en contra me ha recordado la máxima de que el protocolo es comunicación, y con la que estoy completamente de acuerdo. Pero, ¿el protocolo está al servicio de la comunicación? ¿Puedo «jugar» con el protocolo a mi antojo para que sea afín a mi mensaje?
La información que nos transmite una ordenación de banderas es la precedencia que existe entre ellas, es decir, su orden en importancia: cuál es la primera, la segunda, etc. Estos criterios de ordenación están marcados por la Ley 39/1981 en nuestro país. Y estas indicaciones se aplican desde Estaquín de Sigüelos hasta Punta de La Restinga, y desde Roque del Guincho hasta Punta de S´Esperó.
La ordenación de las banderas debe cumplir su normativa indicada, independientemente del resto de las circunstancias que las rodean. Es decir, si en un acto se decide colocar banderas oficiales, la bandera de España debe presidir el conjunto de enseñas: «en las Comunidades Autónomas, cuyos Estatutos reconozcan una bandera propia, ésta se utilizará juntamente con la bandera de España» y, «cuando los Ayuntamientos y Diputaciones o cualesquiera otras
Corporaciones públicas utilicen sus propias banderas, lo harán junto a la bandera de España», establece el artículo cuarto y quinto, respectivamente.
Las banderas nos comunican en un acto, por ejemplo, en qué país o comunidad autónoma nos encontramos o cuáles son las autoridades presentes en la ceremonia. Y me da igual si la ordenación correcta rompe el mensaje o la finalidad del acto. El protocolo de los símbolos oficiales se debe cumplir conforme a norma ya que esta no está al servicio del organizador, sino que este es el que está sometido a la ley. En relación a este asunto, en su día escribí una entrada en mi blog con el título «Un espacio, dos ubicaciones preferentes», que podéis leer aquí.
En referencia a la visita del presidente catalán a su homólogo del Gobierno español, las banderas están ordenadas correctamente conforme a normativa: la bandera de España precede a la de Cataluña y en consecuencia ocupa el lugar de máxima preeminencia en este conjunto de enseñas.
En definitiva, el protocolo nos comunica, en este caso, que la bandera española tiene mayor autoridad y honor que la catalana. El resto de mensajes, ajenos a este, que podamos sacar de esta ordenación, nada tiene que ver con el protocolo y, por lo tanto, y para ser precisos, los enmarcaremos dentro de la política, del marketing o de las relaciones públicas.
Y para concluir esta reflexión, contesto a las preguntas planteadas al principio de este artículo: el protocolo no está al servicio de la comunicación y no es una herramienta que puedo adaptar al mensaje que quiero transmitir.

Mª del Carmen Portugal Bueno
Fotografía: Pool Moncloa/Fernando Calvo