A los profesionales del protocolo nos llama mucho la atención, y así dejamos constancia en diferentes redes sociales, cuando oímos informaciones y leemos titulares en donde se afirma que alguien «se ha saltado el protocolo», o que «ha roto el protocolo». Unas afirmaciones muy lejanas a la realidad del protocolo y que ya expuse mi opinión al respecto en el artículo «Soy periodista y escribo sobre Protocolo» que podéis leer pinchando aquí.
Sin embargo, me gustaría ir un paso más allá, reflexionar un poco más sobre este asunto. El saltarse o romper el protocolo son expresiones que encontramos en noticias que aparecen en diferentes cabeceras ya sean estas de carácter generalista o especializado. Es decir, el uso de estos clichés desafortunados no depende del tipo de medio de comunicación en el cual aparece. Más bien, está unido al perfil de la información a la que acompaña.
Da igual que sea Onda Cero («Megan Markle se salta el protocolo en su primer acto en solitario»), Hola («Los ingeniosos trucos de las ‘royals’ para lucir prendas vaqueras sin saltarse el protocolo»), Huffington Post («Ona Carbonell no está sola, Letizia también se ha saltado el protocolo muchas veces»), El País («La última rebeldía de Harry en su boda con Meghan: saltarse el protocolo y casarse con barba»), o La Sexta («Trump se duerme durante el discurso de la reina Isabel y se salta el protocolo»). Todos se enmarcan dentro del periodismo del corazón.
Entendemos por periodismo del corazón aquella información sobre la vida personal y profesional de personalidades que pertenecen a la alta sociedad o personajes famosos, y que son protagonistas de la crónica rosa no por la información que generan, sino por ser quienes son.
Son numerosas las noticias en las que se relaciona el protocolo con las casas reales, los jefes de Estado o la nobleza. Y esta referencia, por desgracia, no siempre se realiza ni de la manera correcta ni se aplica adecuadamente en el contexto de la información.
Dicho esto, considero que los que nos dedicamos al protocolo debemos reflexionar sobre esta relación entre el periodismo del corazón y el protocolo. Una correspondencia que no se puede anular, ya que el protocolo se aplica en los ámbitos de la sociedad citados anteriormente. Pero sí podemos, desde la profesionalidad y el estudio, conseguir que esta conexión se realice con
buen criterio.
Mª del Carmen Portugal Bueno