Me gustaría compartir con vosotros una reflexión personal en torno a la formación académica y a la experiencia laboral en nuestro ámbito profesional, el protocolo. Una cavilación que puede convertirse en algo más gracias a vuestras propias opiniones, en una conversación en
red.
La aceptación de mi candidatura en un proceso de selección, para cubrir un puesto de trabajo relacionado con la organización de eventos en la administración, me ha facilitado los porcentajes que tenemos cada aspirante y su lectura ha resultado muy interesante.
Las bases de la convocatoria marcan que tanto la formación académica como la experiencia profesional tienen el mismo número de puntos máximo, es decir, no se prima una por encima de otra. Y analizando estos datos, he comprobado que aunque en el papel se equiparan sus
porcentajes, no es así en la realidad.

Me explico. La lista de candidatos está integrada por veinticuatro personas y ninguna de ellas muestra equilibrio entre los dos baremos. De este conjunto de aspirantes, dieciséis presentan un porcentaje mayor en formación académica y ocho en experiencia laboral. Y su comparación es tal que, en este caso, no es equilibrado. Es decir, a mayor formación menor experiencia, y a mayor experiencia menor formación. O dicho de otro modo, la formación académica es inversamente proporcional a la experiencia laboral.
Esta apreciación me aporta varias lecturas: la formación en protocolo es un hecho, las personas con más experiencia necesitan más oportunidades de formación, y las personas con más formación necesitan más oportunidades de trabajo.
Creo que romper esta dicotomía, o formación o experiencia, va a ser difícil, aunque considero que no podemos considerarlo como una meta inalcanzable ya que el protocolo demanda esta unión.
Y digo que es un logro arduo porque no lo podemos alcanzar solo por nosotros mismos, necesitamos que la citada oportunidad venga del exterior, del ámbito profesional y del ámbito académico. Precisamos que alguien se comprometa a ofrecernos formación complementaria y
trabajo.
En este contexto tengo que nombrar a la Asociación Española de Protocolo (AEP) y a su compromiso con los socios de informar sobre ofertas profesionales y cursos de formación y reciclaje. Una acción que ayuda a equilibrar la formación y la experiencia, ya que como dice el
presidente emérito de Starbucks, Howard Schultz, «cuando estás rodeado de personas que comparten un compromiso apasionado en torno a un propósito común, todo es posible».
Por Mª del Carmen Portugal Bueno