Si algo caracteriza la bienvenida de un año nuevo es que todos tenemos depositadas en él grandes dosis de optimismo y de esperanza. O lo que suele también decirse, de renovada confianza; algo además esencial en los actuales tiempos en el que todos tenemos que estar motivados personal y profesionalmente.

Así pues, con la llegada del 2013 y sin interpretar lo que para algunos puede tener de mal “fario” las dos últimas cifras, nuestro mensaje no es otro que llenarnos de ese optimismo que precisamos para afrontar el reto que tenemos por delante.

No hay que cejar en el empeño. La perseverancia puede producir sus frutos y en esa línea estamos todos aquellos que defendemos esta bendita profesión del protocolo y el mundo de la organización y gestión de eventos. Apostamos por la total profesionalización del sector. Por la creación de gabinetes, áreas o departamentos que asuman esta responsabilidad, tanto dentro de las instituciones privadas como de las públicas. Y que cualquier emprendedor pueda materializar su proyecto y continuar la expansión del mercado. Porque nuestros profesionales tienen el mismo derecho que otros para ejercer su actividad y no se nos puede considerar como de segunda fila o prescindibles, de manera aleatoria y condicionados siempre por la disponibilidad presupuestaria que permita contar con nosotros en ese equipo. Y porque no siempre tienen que ser “cargos de confianza”. Puestos de trabajo transitorios que van y vienen según quien les contrata. Hay que abogar por una estabilidad laboral de la misma manera que lo hacen otros profesionales, porque nuestro trabajo es tan legítimo como el que más.

Por eso, como decimos, ahora es un momento oportuno para confiar en que nuestro sector recupere esa credibilidad profesional tantas veces demandada y que el protocolo y la gestión de eventos, tiene que ponerse en manos de profesionales competentes y cualificados, que ahora mismo los hay, de la misma manera que los hay en otras profesiones.

Es una tarea conjunta que hay que afrontar unidos colectivos y asociaciones sectoriales, instituciones  formativas y todas aquellas organizaciones que tengan como finalidad la defensa de los intereses profesionales.

Tenemos que ofrecer un mensaje compacto y coherente ante la sociedad para que ésta asuma el compromiso de tomarse en serio nuestro trabajo y de poner en valor nuestro ámbito y de esta manera posibilitar y garantizar el ejercicio de una actividad que hoy en día es necesaria.

Así pues, renovamos nuestras esperanzas en este nuevo año y depositamos toda la confianza en un futuro más optimista.