El protocolo dicta que el saludo en un entorno laboral debe pasar por estrechar la mano cuando no se conoce a la otra persona. Sin embargo, los españoles tienden a rozar sus mejillas con las de sus interlocutoras: ¿una cuestión educativa o cultural? Algunos superiores ejercen su autoridad sobre empleadas jóvenes, un signo de machismo, condescendencia o poder.

Así comienza el artículo que ha realizado Henrique Mariño para el medio de comunicación Público, en el que ha contado con la colaboración de dos socios de la AEP, Javier Aguado y Susana Guindo.

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