Cuando terminamos la Universidad, en muchas ocasiones, no sabemos hacia donde encaminar nuestro futuro; uno aún es joven para tener clara su hoja de ruta respecto a ello. No conocemos bien los oficios ni las salidas que tenemos, es por esto que muchos estudiantes optan por concederse un año, o dos, sabáticos viajando por el mundo, otros se adentran en el mundo laboral y otros deciden estudiar un máster para ampliar sus estudios. Si se escoge esta última opción, una vez terminado el máster, que suele alargarse durante un año o dos a lo máximo, podemos iniciar un programa de doctorado.

Para ello tenemos que elegir un tema novedoso dentro de nuestro campo de estudio. Puede ser que algunos estudiantes tengan claro el tema a investigar, en cambio, en el caso de que no se haya decidido por un tema, la universidad ofrece varias líneas de investigación propuestas por los propios doctores de la facultad. Una vez aprobado el tema y escogido o asignado el tutor que guiará al alumno durante todo el programa, empezamos uno de los proyectos más apasionantes de nuestra carrera como estudiantes. Investigar a fondo sobre un tema, personajes, ámbitos, etc, que nos apasionan y, al no haberse estudiado nunca antes, nos convertimos en los mayores expertos de dicha investigación. Nuestro tutor nos guiará acerca de cómo organizarnos, de cómo buscar, de cómo plasmarlo sobre el papel, véase una correcta justificación, marco teórico adecuado, objetivos, tanto principal como secundarios y unas conclusiones finales. Sin embargo, el grueso de la investigación corre a nuestro cargo al cien por cien, pues somos nosotros que sabemos más sobre el tema, incluso más que nuestros tutores. Nos podemos preguntar durante cuánto tiempo somos doctorandos, y es que depende mucho de nuestra disponibilidad, pero se estima que alrededor de una media de 5 años.

Una vez aprobado el programa de doctorado,nos convertimos en doctores especialistas en una materia y además de tener la oportunidad de impartir docencia en cualquier universidad, se nos ofrece la posibilidad de seguir investigando en la misma línea, ampliar dicho campo de búsqueda y a la vez seguir escribiendo artículos, bien sean de divulgación como científicos, participar en diversas publicaciones, escribiendo algunos capítulos, o atreviéndonos a escribir un libro nosotros solos. Aunque no todas estas acciones son válidas para el reconocimiento de méritos para un doctor, es decir, en el caso de los artículos, sólo nos cuentan los científicos a la hora de contabilizar los méritos en una investigación.

Hasta aquí todo bien, sin embargo en nuestro campo, el protocolo, nos encontramos con una barrera, una gran barrera mejor dicho, y es que, en nuestro país no existen revistas científicas de protocolo. Tenemos la gran ventaja de que el mundo del protocolo está sin explotar en líneas de investigación, es un grado relativamente nuevo y sus graduados hace pocos años que están inmersos en los programas de doctorado. Llegado el momento de acumular méritos y escribir en una revista científica, nos encontramos con el hándicap de que no existe ninguna revista científica española en donde escribir. Si, podríamos escribir en una revista extranjera, aunque si bien es verdad, que el protocolo y el ceremonial es bastante diferente en cada país y no todo el mundo tiene una fluidez a la hora de hablar con términos académicos en inglés.

El mundo del protocolo siempre ha quedado relegado a un segundo plano por diferentes motivos que no vienen ahora al caso, aún así quiero hacer ver  que es un campo interesante, apasionante, diría yo, en el que aún queda mucho por descubrir y que es tan interesante como la medicina para los médicos o tan antiguo como las leyes para los abogados. Siempre nos relegan a un segundo plano con argumentos sin sentido, pues el único argumento de peso es que la persona que investigue sobre ello es porque le apasiona y esto es lo único que debería importar, pues al fin y al cabo es una investigación para conocer más campos, más materia y el conocimiento nunca sobra, y si lo hacemos con pasión, con ganas, con ilusión….no hay argumentos en contra que valgan.

Cristina Puig Alorda