Uno de los perfiles profesionales que podemos desarrollar los que nos dedicamos al protocolo es el de consultoría y asesoría.

Este campo de actuación me resulta interesante y gratificante porque te obliga a investigar y a razonar.

No olvidemos que un consultor en protocolo es aquel especialista que analiza un problema y le da una solución. El asesor, por su parte, es el profesional que ayuda en una acción concreta aportando sus conocimientos normativos. En ambos casos, se trata de un servicio externo que se contrata para dar salida a un problema que no se ha podido resolver de manera interna.

Pero a la vez de estimulante, también es inquietante. Me explico.

¿Qué persona detecta que en su institución hay un problema de protocolo? Lógicamente aquella que sabe de protocolo y que, seguramente, está desarrollando su trabajo en el departamento de protocolo, por ejemplo.

Si este profesional del protocolo no consigue una solución al problema, debe buscar ayuda experta. Y, ¿dónde tiene que buscarla? Pues en sus compañeros de profesión, especialistas igual que él.

Y aquí es donde surge esa inquietud que os he mencionado antes.

Resulta muy incómodo que un compañero contacte con otro, generalmente por redes sociales, para recibir la solución al problema profesional que se le ha planteado, con la entradilla: «contacto contigo como compañero de profesión para hacerte una consulta que se nos ha planteado en la institución donde trabajo».

El remitente de este mensaje, con mucha prudencia, tacto y pudor, debe recordarle que también se dedica a la consultoría y que si le parece bien le puede redactar un presupuesto para dar respuesta a dicha consulta técnica.

Un profesional del protocolo que está al frente en esta materia de una entidad y que su día a día es la práctica «física» del protocolo, es normal que no tenga tanto tiempo para analizar, al contrario que otro compañero que se dedica más a la investigación y a la docencia.

Creo que tenemos que reflexionar sobre este asunto y darnos cuenta que no podemos apelar al compañerismo para buscar, de manera gratuita, la solución al problema que nos ha surgido en el trabajo.

Los que nos dedicamos profesionalmente al protocolo somos colegas, es decir, compañeros en el ejercicio del protocolo. Esto nos lleva a relacionarnos con igualdad y de manera colaborativa. Y esto, significa, el reconocer el trabajo del otro desde todos los aspectos, incluido el retributivo.

Mª del Carmen Portugal