
Imagen de Rafael Estrada Campaña, Semana Santa Córdoba
Su máxima manifestación y significación, es la finalización de La Cuaresma (cuarenta y seis días a partir del Miércoles de Ceniza) y centrando su atención en el Triduo Pascual, tres días de Cristo crucifixi, sepulti et suscitati, que
- comienzan conmemorando la última cena el Jueves Santo, la Institución de la Eucaristía, el Orden Sacerdotal y el mandamiento del Amor Fraterno a través de su mayor simbología con el lavado de los píes, recordándonos que tenemos que servir y ayudar a los demás
- seguido del Viernes de la Pasión y muerte de Jesucristo, no incluye la Eucaristía y sí el ayuno y abstinencia
- y finaliza el Sábado Santo, día de meditación y Vigilia Pascual hasta la madrugada del Domingo de Resurrección, día de máxima alegría y acto litúrgico católico más destacado, y paso hacia la celebración de Pentecostés, cincuenta días hasta la venida del Espíritu Santo).

Imagen de Rafael Estrada Campaña, Semana Santa Córdoba
Las procesiones de Semana Santa son fruto de la manifestación de la religiosidad popular inveterada del lugar en el que se desarrollan. Es decir, no son celebraciones regladas por la liturgia oficial de la Iglesia, sino que son actos sujetos a las particularidades organizativas
propias de hermandades y cofradías penitenciales, que regulan su organización y controlan el desarrollo de las mismas. Pero sí tienen carácter ordinario, pues se desarrollan en días determinados durante el año, siguiendo las normas de los Libros Litúrgicos o las costumbres
de la Iglesia (distintas de las de carácter extraordinario, es decir, las que se ordenan en días especiales, en base a una causa determinada, por la Conferencia Episcopal).

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Los colores predominantes en estas celebraciones, son el morado (representa la penitencia), el rojo (pasión, dolor y sufrimiento; el sacerdote, el Viernes Santo), el blanco (gloria, pureza y resurrección en vida; el sacerdote, el Jueves Santo, Sábado Santo y Domingo de Resurrección) y el verde (paz, serenidad y esperanza por la Resurrección del Señor).
Destacar que la máxima precedencia, en estas procesiones de Semana Santa, ocupa el último lugar (la máxima autoridad religiosa, se colocará siguiendo al último Misterio y revestido con capa pluvial y por delante de autoridades civiles, si acompañan) y, los de menor rango, ocupan los primeros puestos, respetando los criterios adoptados por los organizadores de las mismas.

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Van precedidas por acólitos que portan la cruz (con la imagen en la parte anterior) y cirios con velas encendidas. Cada cofradía cuenta con su propio reglamento, pero comparte el orden procesional, y sus nazarenos van revestidos con vestimentas parecidas (aun que con matices
distintivos, portando sus escudos y cruces con leyendas o lemas propios). Todos deben cumplir un orden en horario de salida, de carrera procesional y de recogida, para lo que existe la figura de la fiscalía (elegida, mediante votación, por la agrupación de cofradías).
Los penitentes irán siempre con la cara tapada (la forma dependerá de cada cofradía) y con cirios o antorchas en la mano (según normativa) para abrir el camino. Mencionar, que ya no están admitidas las flagelaciones como muestra de penitencia; sí otras, como andar descalzos.

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También acompañan las promesas , personas que procesionan detrás del Misterio en cumplimiento de un voto. Las formas de llevar el Paso o Misterio (puede ser de Cristo, de la Virgen o ambos a la vez), están unificadas y consensuadas y dependerán de sus portadores, es
decir, si son hombres de trono (portan andas, como las del Cristo de la Buena Muerte llevado por soldados legionarios) o si son costaleros
(van por dentro del paso, como en Sevilla). La música, tocada por las bandas procesionales, sonará en función del Misterio o Paso que
acompañe y de la forma de llevarlo.
Mención especial a la mantilla, como complemento a la vestimenta de las mujeres (mayores de edad) en las procesiones del Jueves y Viernes Santos. En este caso, al ser días de luto, exige un riguroso protocolo. Su color será exclusivamente el negro. El jueves se colocará más retrasada en la cabeza que el viernes. El vestuario y complementos, sobrios y de riguroso luto (vestido color negro, no por encima de la rodilla, sin escotes y con mangas; medias, de cristal, en negro y no tupidas; zapatos, cerrados, de tacón medio y negros; guantes, negros; bolso pequeño, sin adornos y negro y las joyas, con contención, mejor perlas con plata u oro blanco, pero los pendientes, siempre, largos; sin olvidar el broche que sujeta la mantilla, con iguales características). No faltarán, el rosario, en una mano, y el cirio o farol, en la otra. Por último, hacer hincapié en que el hombre, que acompañe a una mujer con mantilla, deberá vestir traje oscuro o chaqué.