«Fue en la década de los 90 cuando se produce en España la eclosión del Protocolo y la organización de eventos»

Conocer las competencias y capacidades que identifican la profesión y a los profesionales de Protocolo se ha vuelto una necesidad para todos los que de algún modo estamos ligados al ámbito protocolar y a la organización de eventos. Un sector, el de los eventos, que al comienzo de la década de los ochenta, aún no había nacido como tal en España, alcanzando su madurez, según los expertos, en 1992, coincidiendo con la celebración de dos grandes eventos: la Exposición Universal de Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona y, cómo no, con la fundación de la Asociación Española de Protocolo cuyo 25º Aniversario estamos a punto de comenzar.

Acorde con el importante despliegue organizativo de los dos grandes eventos antes mencionados, de algún modo en España descubrimos la organización de eventos como un enérgico impulsor de la economía, del turismo en general y de la proyección de una imagen más innovadora y creativa de nuestro país, situándolo dentro del esquema de Europa y de una economía cada vez más global.
Del mismo modo, nos tenemos que remontar a la década de los 90 para encontrar en España las primeras ofertas educativas en materia de Protocolo, Organización de Eventos y Relaciones Institucionales. Una formación que daba respuestas a quienes deseaban formarse en estas áreas sin ser diplomáticos ni pretender desarrollarse profesionalmente dentro de la Carrera Diplomática. Un compendio de estudios que dispusieron las primeras titulaciones propias y que, con el paso de los años, se fueron consolidando, definiendo y especializando hasta llegar al momento presente, en el que existen titulaciones universitarias reconocidas oficialmente por las autoridades competentes y cuya implantación comenzó en el año 2011.

Este hito, muy importante para quienes están ligados profesionalmente a estas disciplinas organizativas, está dando a luz a una nueva serie de egresados cuyo perfil profesional es imprescindible definir para adecuarlo y darlo a conocer en todos los ámbitos laborales, oficiales y ante la sociedad en general. Con este despliegue y desarrollo de las primeras bases formativas, hoy ya oficializadas, nos encontramos ante la irrupción de una nueva y a la vez vieja profesión, cuya tutela pasa forzosamente por la creación de un ente profesional, con personalidad jurídica, reconocido por el Estado, cuya finalidad, similar a los colegios profesionales, sea la ordenación del ejercicio de la profesión, la representación exclusiva de la misma, la defensa de los intereses de sus profesionales colegiados y velar por el cumplimiento de
la buena praxis y de la ética  profesional. Por ello, es sumamente importante identificar las competencias y capacidades que se ajusten al perfil de esta profesión, la de Protocolo y Organización de Eventos.

Por Catalina Barceló Llinás