Una vez concluida la XVIIIª Edición de los Juegos del Mediterráneo llega el momento de analizar el protocolo seguido durante la ceremonia de inauguración. En esta ocasión, el análisis del protocolo ha sido realizado por Sara López Martos, socia de la AEP.

Es la tercera vez que una ciudad española se erige como anfitriona de estos Juegos. Barcelona fue la primera en 1955 y Almería lo haría en el 2005. Esta vez ha sido el turno de Tarragona que se ha involucrado al máximo en la preparación de este evento  deportivo.
26 países han asistido a esta cita deportiva con la particularidad de que se trata de países bañados por el mar Mediterráneo. De ahí el emblema de los tres aros entrelazados representando a Asia, África y Europa. En estos Juegos han participado unos 3600 deportistas compitiendo en 33 disciplinas y España ha contado con la representación de 396 deportistas. A modo de curiosidad os contaré que en estos Juegos ha participado el Comité Olímpico de Kosovo que en el 2014 fue reconocido por el Comité Olímpico Internacional. Del mismo modo, Portugal ha debutado también en estos Juegos después de muchos esfuerzos y negociaciones.
Siempre defiendo la idea de que todo evento, no importa de la naturaleza que sea, debe de tener un tema que aporte coherencia al evento. En esta ceremonia el agua ha sido la protagonista absoluta. Apareció desde la canción “Mediterráneo”, representada por Mª Ángeles López, pasando por la voluntarias que iban acompañando al abanderado en el desfile de las delegaciones portando una pequeña vasija que contenía agua de cada uno de los países participantes en los Juegos. Dicha vasija se vertería en un impluvium colocado en el centro del Nou Estadi del Nàstic al finalizar los discursos de las Autoridades.
Después de escuchar algunas notas musicales interpretadas por Lucrecia y Mª Ángeles López, las delegaciones empezaron su desfile. Fue el momento de los voluntarios de estos Juegos, unos 3.500  aproximadamente, que se distribuyeron a lo largo de todo el Estadio formando un pasillo por el que pasarían todas las delegaciones participantes en esta décimo octava edición de los Juegos del Mediterráneo. Grecia fue la primera delegación en desfilar dado que fue la primera en albergar estos Juegos. Acto seguido desfilaron el resto de delegaciones por orden alfabético en el idioma oficial del país anfitrión.
En esta ocasión se decidió que los nombres aparecieran en catalán y España fue la última en desfilar por ser la anfitriona. Una vez recorrido el pasillo de voluntarios, los integrantes de las delegaciones se fueron colocando en las gradas del fondo sur dejando la bandera a un voluntario que la colocaría posteriormente en un espacio especialmente habilitado para las banderas.
Debo admitir que se respetó al máximo la distancia de los 5 pasos entre el portador del letrero con el nombre de la delegación, el abanderado y el resto de la delegación. Después de que Antonio Orozco  interpretara dos de sus canciones llegó el turno de la bandera de los Juegos que descendió del cielo. Tres paracaidistas de la Patrulla Acrobática de Paracaidistas del Ejército del Aire fueron los encargados de traer la bandera de los Juegos del Mediterráneo que, una vez que tomó tierra, fue llevada por seis deportistas hasta un mástil donde le esperaban el Cuerpo de Gala de la Guardia Urbana de Tarragona que sería el
encargado de izarla mientras sonaba el himno del Comité Internacional de los Juegos del Mediterráneo. Una vez finalizado el himno, llegó el momento de los discursos.
Los discursos constituyeron la segunda fase de la ceremonia. En primer lugar habló el Presidente del Comité Organizador de los Juegos, el alcalde Josep Félix Ballesteros que pronunció su discurso en varios idiomas. Amar Addadi, el Presidente del Comité Internacional de los Juegos del Mediterráneo, sería el siguiente en pronunciar su discurso animándose a pronunciar unas palabras en catalán. Una vez finalizados sus discursos, los dos se dirigieron al palco de honor para dar paso a SM el Rey, Felipe VI, que sería el encargado de declarar inaugurados los Juegos. Sin duda se respetaron en todo momento los turnos de discursos fijados de acuerdo a las normas de protocolo las cuales establecen que el último en intervenir debe de ser la autoridad de mayor rango.
A nivel de protocolo me gustaría incidir en la colocación de las autoridades en el palco de honor. El momento de la colocación es el más estresante en la organización de un evento de este calibre dado que se deben de tener en cuenta infinidad de factores que no siempre tienen que ver con el protocolo. En esta ocasión se decidió el siguiente orden de izquierda a derecha y tomando como perspectiva la vista de frente de la tribuna: Josep Félix Ballesteros, Amar Addadi, Felipe VI, Pedro Sánchez y Quim Torra, que dejando de lado sus diferencias políticas decidió finalmente asistir a la ceremonia. De nuevo, a nivel de protocolo, no tengo nada que objetar. Me pareció una fórmula muy apropiada.
Una vez pronunciados los discursos llegó el momento de la tercera etapa de la ceremonia: los juramentos de los deportistas y los jueces. La deportista española Lidia Valentín fue la encargada de pronunciar el juramento de los deportistas y Jordi Rivera pronunciaría el juramento en representación de los jueces y oficiales. Una vez finalizados los discursos llegó la última parte de la ceremonia, el espectáculo. En esta ocasión se representó una oda a la vida en la que se crearon una serie de coreografías que mostraban la evolución de la tierra yerma y estéril a una tierra fértil con vegetación y flores gracias al agua.
Finalmente, en la última coreografía, la flora se convertía en seres humanos. Una preciosa representación, cuidada al máximo detalle y donde los voluntarios volvieron a tener un papel estelar.
Para finalizar este artículo me gustaría destacar que sin duda fue una ceremonia en la que los voluntarios tuvieron un protagonismo bien merecido. Me encantó ver que había un hilo conductor a lo largo de toda la ceremonia que permitía realmente ver una historia narrada durante todo el espectáculo. El protocolo estuvo cuidado al detalle y se aplicó teniendo siempre en cuenta las circunstancias del evento, la preeminencia de los invitados que asistieron a la inauguración y las normas y reglamentos españoles. Además, cabe decir que España ha tenido una participación fantástica con 122 medallas quedando segunda por detrás de Italia en medallero. Es la segunda mejor participación de la historia de España en estos Juegos, por detrás de Almería 2005, cuando la delegación española superó las 150 medallas. Estoy segura de que estos Juegos se han convertido en los “Juegos de la paz y los que harán historia” tal y como dijo Amar Addadi, el Presidente del Comité Internacional de los Juegos del Mediterráneo.

Por: Sara López Martos