La cena de Navidad - ©Roger KirbyLa de Nochebuena no es una simple cena. De hecho, quizás lo menos importante sea la cena en sí. Se trata más bien de un momento familiar único y especial que deja anécdotas que contar y momentos que recordar.
Se trata de una ocasión que reúne, en torno a una mesa y al mismo tiempo, a una considerable porción del mundo occidental y que trasciende la mera celebración religiosa.Hoy por hoy se considera una fiesta de carácter socio-cultural, aunque conviene tener en cuenta que no es común a todos los países y culturas. En ciertos ámbitos tan solo se celebra el día de Navidad, como es el caso de Inglaterra. De todas formas, aun con las citadas salvedades, es una fiesta arraigada, basada en el encuentro con los seres queridos y cuyo éxito depende de una buena planificación.

Teniendo en cuenta que la meta de todo buen anfitrión es triunfar, es fundamental organizarse con tiempo y planificarlo todo con el máximo detalle. A continuación, proponemos una serie de consejos.

El espacio:

Como todos sabemos, la elección del espacio es algo esencial en cualquier acto, puesto que la fecha ya nos viene impuesta. Éste deberá ser lo suficientemente apropiado para que todos nuestros invitados (familia o amigos) se encuentren lo más cómodos posible. Por tanto, no conviene volverse loco invitando y, llegado el momento, encontrarse con problemas de ubicación.

Es importante que este espacio, que suele ser el salón en la mayoría de los hogares, disponga de luz suficiente y se ambiente con algún motivo navideño. Una agradable música de fondo (preferentemente instrumental, de modo que no enturbie la conversación durante la velada) ayudará a crear el clima adecuado.

La preparación:

Dado que estas fechas son propicias, no solo para subir los precios de la materia prima, sino para triplicar el volumen de pedidos, conviene planificar la compra con el tiempo suficiente. Además de evitar las aglomeraciones de última hora, la anticipación permitirá a los anfitriones estar muy pendientes del acto en sí cuando esté próximo.

Respecto a este tema: es normal que la mayoría de las personas queramos agasajar a nuestros invitados con los más suculentos manjares culinarios. No obstante, conviene recordar que es con la familia y amigos muy cercanos con quienes compartimos mesa y mantel. Vuelvo a insistir en que lo importante es la reunión: sin quitar relevancia a los alimentos que se sirven, en muchas ocasiones el excesivo dispendio es perfectamente evitable.

La mesa:

Personalmente, soy partidario del “menos es más”: no es oportuno recargar en exceso las mesas (tendencia ésta muy habitual en la mayoría de los hogares). Creo que deben ser lo más limpias y cómodas posible, sin por ello dejar de ser elegantes.
El mantel ha de ser preferiblemente blanco o en tonos crudos. Los hay, incluso, especiales para la ocasión, con algún detalle navideño o vivo en colores rojo o dorado.
Usar un bajo plato de presentación en color cromado o dorado mate aporta un toque de distinción a la mesa.
Respecto a los elementos de la mesa, no hace falta colocarlos todos, tan solo los imprescindibles:

– Bajo plato de presentación.
– 2 platos.
– Cubiertos de consomé, pescado y carne.
– Copas de agua, vino blanco y tinto.
– Platito para el pan.
– Servilleta.

Es conveniente disponer ciertos elementos necesarios (otros platos para cambio, cubiertos auxiliares para servir, botellas de agua, vino, cava, copas de cava, servicio de café, cesta de pan…) en una mesa o pequeñas mesas auxiliares (también vestidas), de modo que la mesa principal quede lo más libre posible; además, se facilitará el trabajo a los anfitriones, evitando el ir y venir constante entre el salón y la cocina.
Es una buena ocasión para colocar en el centro de la mesa un centro navideño no floral e incluso unos candelabros con velas rojas.

La bienvenida:

Teniendo en cuenta que lo importante es la reunión, ésta debería iniciarse con un cóctel compuesto tan solo de bebidas (“cup” de champán o cava, champán, cava, oporto, vino blanco, tinto… sin olvidarnos de los refrescos para los más pequeños): es el inicio de un momento extraordinario y como tal debe ser aprovechado, invitando a la charla y favoreciendo el ambiente que habrá de mantenerse durante la cena y la posterior sobremesa

El brindis:

Al inicio de la cena y en los postres (navideños), deberían efectuarse sendos brindis, empezando por el anfitrión y seguido de algún miembro de la familia.

Todo lo anteriormente expuesto son consejos sencillos, dictados por el sentido común, pero que pueden contribuir a que la velada se desarrolle de la manera más agradable y que el éxito corone nuestro esfuerzo organizador. Una vez más, estos simples ingredientes, en los que sin duda habremos de poner todo nuestro corazón, harán de la Nochebuena una de las más entrañables del año.
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Santiago Martínez
Especialista en Protocolo y Ceremonial del Estado
Director de Elegare  |  www.elegare.com
Socio de la Asociación Española de Protocolo