Limiar ofrece dos sesiones sobre protocolo social, urbanidad y buenos modales, dirigidas por profesionales.

La sede de la Federación de Asociaciones de Vecinos Limiar (en la calle Concordia) abre hoy un miniciclo dedicado a la educación urbana y buenos modales en sociedad en colaboración con la Asociación Española de Protocolo. El delegado territorial para Galicia de esta entidad, Juan José Feijoo, será el encargado de la primera ponencia (18.00 horas) y de la coordinación de la actividad que contará mañana con Cristina Rey Vázquez.

¿Qué aspectos abordarán?

Nos centraremos en cuestiones básicas: cómo hay que hablar, cómo hay que vestir según la ocasión y cómo hay que ir a los actos, además de lo relacionado con la mesa que, además, tendrá un aspecto práctico porque montaremos una de verdad y los participantes tendrán ocasión de practicar con algunos asuntos peliagudos como la fruta o los mariscos.

Hablar de buenos modales y protocolo ¿no suena a rancio?

El protocolo social no es ni antiguo, ni ceremonial, ni algo solo para las grandes ocasiones; es para el día a día y las normas cambian con la sociedad. En el fondo no son más que códigos, como el de conducir. Todos sabemos que al salir del garaje hay que ceder el paso y señalizar con el intermitente, no porque haya una señal, sino por que esa es la convención para facilitar la convivencia con otros usuarios de esa calle. Códigos como los del vestir que, aunque no lo parezca, son importantes para trasladar información sobre uno mismo. Y eso lo sabe bien, por ejemplo, Pablo Iglesias, que como buen conocedor de la fuerza de la imagen usa actitudes codificadas y maneja esa faceta como medio para transmitir su mensaje en cada momento. Que Iglesias vaya en mangas de camisa a ver al Rey y a los Goya en esmoquin, no es casual. Él sabe perfectamente por qué lo hace. Y no es que ese señor no sepa estar. Al contrario, sabe combinar el lenguaje del vestir de acuerdo con el mensaje que quiere enviar.

¿Es peor pecar por exceso o por defecto?

La elegancia es discreción. En esto del protocolo rige la máxima de que menos es más. Siempre es mejor quedarse corto que pasarse de frenada. A veces, en el afán de estar a la altura, las personas vamos sobreactuadas, por decirlo de algún modo.

¿Se han perdido esas reglas de convivencia social?

Es una pena pero la gente cree que la educación en normas de convivencia y urbanidad es algo atávico. Y eso es un error, porque mientras exista sociedad serán necesarias esos códigos que nos hacen más cómoda la convivencia. Saludar, no hablar a gritos molestando al que camina a nuestro lado, apagar el móvil en el cine, el teatro, una conferencia; cómo ir con paraguas por una calle sin estorbar ni meterle la varilla a otro en un ojo, o incluso que cuando usas una escalera automática, por ejemplo, en un centro comercial, debes colocarte a la derecha.

Fuente: La Voz de Galicia