Desde el pasado 14 de marzo, cuando se publicó el Real Decreto 463/2020, son innumerables las ocasiones en las que he leído la expresión «estado de alarma», y la mayoría de ellas erróneamente escrita.
El «estado de alarma» se refiere a aquella «situación extraordinaria que declara el Consejo de Ministros cuando se produce una alteración grave de la normalidad por causa de catástrofes, calamidades, desgracias públicas, crisis sanitarias, paralización de los servicios públicos esenciales o desabastecimiento de productos de primera necesidad», define el Diccionario del español jurídico.
En este sentido, el sustantivo «estado» hace referencia a una situación, a un contexto.
Sin embargo, cuando se utiliza este nombre con mayúsculas, «Estado», significa «forma de organización política, dotada de poder soberano e independiente, que integra la población de un territorio», recoge el Diccionario de la lengua española.
En consecuencia, es correcto escribir «Estado español».
Considero intolerable que determinados medios de comunicación e instituciones oficiales en sus artículos y comunicados escriban «Estado de Alarma» o «Estado de alarma» y se queden tan panchos. No es de mi incumbencia que esta dejadez la practiquen en su vida personal, cada uno aspira a lo que le da la gana. Sin embargo, cuando informamos o comunicamos bajo el amparo de una cabecera o de un ayuntamiento, la persona jurídica prevalece sobre la física.
El uso correcto de nuestro lenguaje es una de las piedras angulares de la imagen y reputación de una entidad, ya sea esta pública o privada. Todos los profesionales de la comunicación y el protocolo deben ser garantes del buen uso de la lengua, de su gramática y ortografía.
Las entidades locales trabajan con textos administrativos y profesionales de cara a la ciudadanía y, por desgracia, no son ajenas a esta mala práctica. En relación a este tema en su día escribí el artículo «El bando municipal y su protocolo» que puedes leer aquí.
Entiendo que los profesionales del protocolo debemos preocuparnos por la correcta redacción. Gracias a ella podemos trabajar y ofrecer una marca con prestigio, más cuando el texto perdura en el tiempo.
Y cómo decía Fernando Lázaro Carreter: «Elogiar la palabra es como elogiarnos a nosotros mismos».


Mª del Carmen Portugal Bueno