El protocolo tiene a veces tan mala fama ante la prensa que los periodistas están ansiosos y a la caza de posibles escenas que rompan la normalidad que suele aportar un acto bien organizado. Así un tropezón del Rey se convierte en portada o un plantón de Berlusconi en objeto de todo tipo de comentarios en Salvame Deluxe… Estos días los medios se han cebado en el niño brasileño, que probablemente ansioso de “tocar un Papa”, echó a correr en la audiencia habitual de los miércoles en dirección al trono del representante de Dios en la tierra.

“Un niño cambió el protocolo de la audiencia del Papa”, titular más repetido en medios impresos, digitales y audiovisuales, quienes además recalcan que tal impulso se hizo con la permisividad de los servicios de seguridad a indicación del Secretario del Papa. Benedicto XVI sonrió al niño, vestido con un jersey de rayas amarillas y negras y dialogó con él antes de bendecirlo, en presencia de las 3.000 personas que estaban en el auditorio.

Tanto el impulso del niño como la reacción papal arrancaron el aplauso de todos. Y desde luego convirtió en noticia un encuentro que posiblemente no tendría eco alguno en la mayoría de los países. A esto los periodistas le llaman “saltarse el protocolo”. Los expertos diríamos “descuido de la seguridad”, cuando no es programado, o “romper el protocolo de forma prevista” cuando está calculado.

Pero, sea lo que sea, estos hechos me hacen pensar que muchas veces romper o saltarse el protocolo debería ser incorporado como una técnica más en nuestro Protocolo, porque cuando sale como el caso del niño humaniza mucho los actos oficiales y los eventos corporativos. Aunque tampoco debe ser un constante recurso, porque no haría más que cuestionar la esencia del mismo protocolo. Si para llamar la atención hay que recurrir constantemente a esa técnica algo más estaremos haciendo en nuestras planificaciones.

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*Articulo de opinión publicado el 04 de Febrero de 2011 en RevistaProtocolo.comVer artículo