Don Tomás Solans Gistau ha sido galardonado con la Medalla al Mérito en Protocolo y Organización de eventos en la X Jornadas Nacionales de Protocolo.

  • Según nos relata, nace en una familia de agricultores hace 72 años en Binaced, un pueblo de la parte oriental de la provincia de Huesca. Estudia en Lérida el Bachilerato y Filosofía y Letras en la Universidad de Zaragoza.
  • Su salida profesional fue la enseñanza como profesor de Enseñanza Media en 1970 y es autor de varios manuales escolares editados por Fomento de Centros de Enseñanza, Edelvives y Magisterio Español.
  • En 1978 pasó a prestar sus servicios en la Presidencia del Gobierno de Aragón de la Preautonomía Aragonesa, labor que conllevaba la responsabilidad del Protocolo Institucional y que ha desempeñado hasta 2016.
  • Son varios los hitos que jalonan su vida profesional, entre los que destaca y recuerda muy especialmente, su responsabilidad y coordinación del grupo de trabajo en el Gobierno de Aragón, como jefe de protocolo, para diseñar y preparar la visita del Príncipe de Asturias en el año 2000.
  • Dentro del Protocolo Institucional, en el que dejó una importante impronta profesional, el mismo expone las circunstancias que lo forjaron:
  • Año 1978, año pre-constitucional y, desde el punto de vista profesional, tiempos de inseguridad por el gran vacío normativo que en materia de protocolo existía. El corpus protocolario de la época tardofranquista resultaba de difícil aplicación y, por tanto, inservible. Quedó obsoleto al suprimirse parte del entramado institucional del anterior régimen y por la aparición, al mismo tiempo, de nuevas figuras destacadas y de importantes Instituciones democráticas, inexistentes hasta entonces.
  • Llegó al Protocolo con un equipaje muy ligero, sin una formación específica y con un talante bienintencionado en medio de esa maraña institucional complicada y, muchas veces, confusa.
  • El establecimiento del Gobierno de Aragón, como institución nueva, generaba cierto recelo y desconfianza entre instituciones tradicionales,  no democráticas aún, como eran los Ayuntamientos y la Diputaciones Provinciales. Los Gobiernos Civiles, el Gobernador, en definitiva, máxima autoridad provincial, auténtico Jefe omnímodo y Poncio temido, fueron el muro de choque y la penitencia diaria de un nuevo jefe de protocolo que aterrizaba con espíritu conciliador, con ánimo paciente y extrema prudencia. Sin embargo, todo fue poco para mantener la paz institucional. En más de una ocasión estuvo a punto de dar un paso atrás y volverse al mundo de la enseñanza.
  • Fueron inicios complicados en que se requería  mucho tacto personal, una gran dosis de humildad y ejercer  a raudales el sentido común. Cada pequeño acuerdo de protocolo entre las  instituciones aragonesas era un gran paso para la pacífica convivencia institucional. Esta actitud no beligerante fue el fermento de una  forma de trabajar entre las instituciones y sus responsables de protocolo. Con el tiempo, se fue generando una manera de ser y un modo de trabajar que, ya desde la primera hora del protocolo de la época democrática,  forjó el talante personal y el estilo del modus operandi de los profesionales del protocolo en Aragón.
  • Aquellos fueron tiempos duros sin duda, pero, desde la perspectiva de los años que han pasado, fueron años necesarios y aprovechados  para un aprendizaje, con sombras y con luces también, muchas veces en solitario, que ha servido de base sólida a lo largo de toda su  trayectoria profesional.