Ahora que la formación en nuestro sector alcanzó un reconocimiento oficial, es momento de hacer una reflexión respecto a su futuro como tal especialización profesional que posibilita un mercado de trabajo con demanda, aún teniendo siempre en cuenta la delicada situación actual en el empleo.

Desde hace bastante tiempo, se ha venido reivindicando desde distintos estamentos, colectivos y sectores profesionales que nuestra actividad estuviese en un nivel de competencia equiparable al de otras profesiones, para ello era necesario que los títulos propios que se estaban generando por parte de universidades y otras instituciones formadores estuviesen ratificados con el reconocimiento oficial tal como ahora acaba de suceder. Esta etapa ha llegado a buen puerto.

Queda a partir de ahora el otro reconocimiento de nuestra profesión, que es aquel que nos tiene que conceder la propia sociedad y para ello, es necesaria la paulatina incorporación de expertos en protocolo en distintas áreas tanto del ámbito institucional como del privado. El profesional de protocolo ahora mismo tiene por delante un optimista horizonte. Está preparado y cualificado. Sólo necesita que se le de esa oportunidad y que su papel sea, como decimos, formalmente reconocido y consecuentemente acceda al mundo laboral.

Ya en otra ocasión hemos comentado que dentro del organigrama de imagen y comunicación de cualquier entidad, tiene tanta importancia el periodista como el técnico o experto en protocolo y eso tiene que ser plenamente asumido por quienes tienen la responsabilidad de decidir la conformación de esa estructura de gestión.

Cualquier profesional del protocolo se merece esa oportunidad y ahora más aún en un momento en el que estamos inmersos en una sociedad mediática y donde deben prevalecer la imagen y las formas, cuestión ésta para que la que aquel está plenamente capacitado.