«Las relaciones institucionales y el protocolo son una herramienta fundamental para contribuir a la creación de una imagen seria de la institución a la que servimos pero cercana a los ciudadanos»

 

Nombre: Cristina Ruiz García

Empresa: Delegación del Gobierno en la Región de Murcia

Cargo:  Jefe de Protocolo

¿Cómo te vinculaste al mundo del protocolo?

Todo comenzó el verano que realicé un curso intensivo sobre protocolo en la Universidad Miguel Hernández a través del Instituto Mediterráneo de Protocolo, y desde ese momento ya no pude dejar lo que se acabaría convirtiendo en mi profesión.

Recuerdo el enorme interés que me suscitaban las charlas, así como las experiencias y  sabias recomendaciones de algunos ponentes como Carlos Fuente, que supo transmitirme la ilusión para seguir explorando este mundo.

Tal es así, que continué mi formación en Protocolo durante los siguientes  3 años en dicha universidad, guiada siempre por Concha Alhama, la Directora del Instituto Mediterráneo de Protocolo, que ha sido una referencia para mí en el plano profesional y por supuesto, también en lo personal.

¿Qué significa, en tu día a día, el protocolo?

Trabajar en protocolo en una institución pública como la Delegación del Gobierno es una experiencia apasionante, pero implica un esfuerzo añadido porque  debemos ser especialmente cuidadosos con su imagen.

Las relaciones institucionales y el protocolo son una herramienta fundamental para contribuir a la creación de una imagen seria de la institución a la que servimos pero cercana a los ciudadanos.

 ¿Por qué crees que el protocolo es una herramienta importante para las instituciones y las empresas en general?

Mi primera experiencia laboral fue en el ámbito empresarial como responsable de departamento de Protocolo y Relaciones Externas. Conozco el funcionamiento de estas áreas y puedo decir con convencimiento que el protocolo en este ámbito es del todo “rentable”. Puede mejorar ostensiblemente la imagen de marca de una empresa y contribuye a estrechar sus relaciones con otras entidades públicas, privadas, con clientes…los actos propios de la empresa son magníficas ocasiones para dar lo mejor de uno mismo; pero también las ferias, las visitas institucionales, etc.

Sin embargo, en el sector público el trabajo es diferente, no tenemos la misma libertad y en ocasiones nos encontramos con problemas para conciliar distintos protocolos, y el decreto de precedencias de 1983 que todos manejamos ha quedado obsoleto y apenas nos sirve de guía.

Pero con un poco de ingenio, flexibilidad y con ciertas habilidades negociadoras podemos servirnos del protocolo oficial para transmitir los mensajes adecuados en nuestros actos y optimizar las relaciones institucionales.

Recientemente, has recibido la Cruz al Mérito Policial, concedida por el Ministro del Interior, ¿Qué ha supuesto para ti?

Verdaderamente, esta distinción es un honor que agradezco de corazón pero que es fruto del trabajo que he desempeñado los últimos 4 años en la Delegación del Gobierno. En este tiempo he tenido el enorme privilegio de colaborar con las Fuerzas y Cuerpos de seguridad del Estado, y por tanto, lo  vivo como un reconocimiento no sólo a mi persona sino  a toda la profesión.

¿Qué crees que haría falta para mejorar la imagen del protocolo en la sociedad?

Aunque sé que resulta complicado, los profesionales del protocolo oficial debemos hacer un esfuerzo por desvincular nuestro trabajo de la política, ya que las decisiones que hay que tomar a diario, fruto del desempeño de nuestra labor, deben responder a criterios técnicos, organizativos y de comunicación.

Además hay que apostar por la formación, por dar a conocer nuestro trabajo, y por desmontar viejos tópicos que tanto daño hacen a nuestra imagen como la asociación del protocolo con los “acompañantes” de las autoridades, los gastos superfluos, los viajes, la rigidez de las formas…que nada tienen que ver con nuestro día a día.

Debemos hacer fuerte esta profesión estando unidos, asociándonos y trabajando por conseguir el Colegio profesional.

 

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